Unidos en la oración

Unidos en la oración
Guarda tu mi paz

martes, 12 de enero de 2010


Vos me buscaste, tanto tiempo me perseguiste, pero yo no te quería ver

Me corrías por todas partes, y nunca te cansabas

De a poco hiciste que me vaya acercando a vos, pero no lograbas que te siga… Insistías día y noche, en todo momento y en todo lugar.

Tocabas la puerta constantemente, pero yo no te dejaba entrar, estaba cerrado con llave, y la llave estaba perdida en esa casa tan desordenada.

Finalmente encontré la llave, y abrí la puerta. Una fuerte ráfaga de viento entró en mi casa, y junto a ella, entró tanto AMOR.

Desde ese día que te abrí la puerta, mi casa se llenó de ALEGRÍA, de luz, de esperanza, de compañía, de confianza, de entrega, de fuerza, de compasión, de comprensión, de visión, de motivación, de voluntad, de energía, de VERDAD...

¡Desde ese día, mi casa se llenó de VIDA!

El tiempo pasaba, y la alegría reinaba en mi hogar…

El sol brillaba intensamente, hasta que vino la tormenta.

Vinieron tiempos difíciles, en los que no paraba de llover por semanas, había días de sol, pero eran más la cantidad de días nublados que los días lindos.

Llovía y llovía, y la puerta se abría y se cerraba. Todo era un caos.

Sin embargo, vos no te fuiste, te quedaste parado afuera de mi casa, en la que la puerta no estaba abierta de par en par, sino que estaba entornada y solo una parte del interior de la casa se dejaba ver.

Nuevamente insististe, viste que la puerta no se abría del todo, y decidiste patearla con fuerza y abrirla de un portazo.

Entraste, corriste, y me ABRAZASTE, me abrazaste tan fuerte que el amor de ese abrazo no me dejó cerrar nunca más la puerta de mi casa.

Es más, la dejó abierta para siempre, invitando a quien pasara por la vereda a entrar, entrar y conocerte, ya que conmigo te habías quedado a vivir para siempre.

Cada persona que pasaba miraba la casa con sorpresa, ya que no podían entender como era que irradiaba tanto AMOR y tanta alegría.

Hubo mucha gente que venía de paso y que finalmente, acababa quedándose a vivir, pero también hubo otras que entraron y salieron corriendo, algunas que ni siquiera se asomaron.

Toda la gente que decidía quedarse a vivir, contribuía en la construcción de esta casa, ya que debía agrandarse por la cantidad de personas que ya habitaban, y había otras partes que debían ser reparadas.

Trajeron cosas nuevas, objetos de decoración, y demás cosas, que terminaron por construir una casa tan pero tan grande, que llegó a tocar el cielo.


My own Production.

Un poco de las raíces de este fruto

Remontándome a mi niñez, un vago recuerdo de eco musical viene a mi mente. Es el eco de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Así es. Cada domingo con mi familia, principalmente mi hermana, mi mamá y sus hermanas, y alguna que otra vez mi viejo, íbamos a misa.

Recuerdo el querer comulgar y no poder, ya que todavía no había tomado mi Primera Comunión... Escucho en mi mente un lejano "Hosanna..."

¡Cómo no mencionar las misas navideñas, en las cuales un par de veces con mis primas, fuimos presas de la actuación del "Pesebre Viviente"... Y a no dejar de lado, la tan particular misa de Pascua, en Semana Santa. Misa a la que cada año asistía exactamente la misma gente. Cada año el mismo ritual; pintar los huevitos, preparar la canasta con el mantelito blanco con flores bordadas, todo con olor a limpio. Poner la Putitza, el Chucrut, Los huevos de chocolate, el Jren, y el resto de la comida Pascual, dentro de esa canasta de mimbre, adornada con los olivos, y las infaltables cintas distintivas; azul, colorada y blanca.

Era una misa eslovena, que se daba en esloveno, en Pascua. Todos iban con sus canastitas, y recuerdo tener que saludar a todos agachando la cabeza diciendo en un "esloveno tarzán" DOBERDAN, o en su defecto, DOBERDAN GOSPOT CAPLAN. Sinceramente, no tengo idea de cómo se escribe, pero era una especie de saludo cordial.

Las misas eran aburridas, pero tenían su encanto.

Hoy las anhelo con nostalgia...

Con el tiempo, la familia dejó de ir a misa, por lo tanto yo tambien... Pero más adelante, tenía que tomar mi Primera Comunión. No porque yo lo eligiera, si no porque era así, era algo que se hacía. Como si fuera, nacer, crecer, ir al colegio, tomar la comunión... Como algo más que todos hacíamos a determinada edad.

Dos años de preparación en la Capilla San Agustín, hasta que por fin llegó el día. ME UNÍ A JESÚS EN LA EUCARISTÍA.

Sin entender bien lo que hacía, había realizado ya, una de las grandes cosas que un niño hace en su vida espiritual.

Lamento no haber aprovechado la preparación, y no haberle dado la importancia que hoy le doy a unirme a Jesús a través de la Comunión...

Una vez más, el tiempo pasó, y la Comunión en fotos quedó... De a poco dejamos de asistir a las misas eslovenas, hasta dejar la Iglesia por completo.

Sólo DIOS basta


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